jueves, 7 de abril de 2011

daño


El silencio de lo no dicho. El oceánico silencio de la almohada. Los pensamientos,

relieves de silencio. Soberano

silencio que esculpe los contornos del habla y de la

música silencio. Solaz, gigante de hoja en blanco. Amigo mío. 

Silencio Nieve, Nube, Pluma Inmenso.


No. Silencio ya no existe.

En todo hay el filamento sonoro. Ácido inquilino.

Una fibra de sonido se pegó a mi cráneo y habla siempre de lo mismo.

Azul eléctrico. Agua fría. Hielo abierto.

Alarma, frecuencia del miedo, telón de noche impropia para siempre, neón.


Íntimo suplicio, distancia de todo. Zumba demente estridencia


y al plasma sedoso de mi antiguo mutismo lo ha punzado. Mutismo mutilado.

Sur sin fin, fuga intemperie. Hacia allí dirige su finísima flecha, aguda y lenta.


Cala sin rompiente y lacerante

su amenaza de bordeabismo y filo permanente. Y yo recuerdo

la noche sorda de la que emergió el pequeño grito

para hilvanar mis oídos

que nunca más descansan.